Plaza Foch (El Quinde / Lídice)

Vista panorámica de la plaza por la noche (circa 2015). Imagen: Bed and Breakfast.ec

Dirección: Reina Victoria y Mariscal Foch
Sector: La Mariscal
Año de construcción: 1937
Arquitecto: Luis Egüez
Estilo: plaza abierta
Uso actual: espacio público

Historia

Cuando en la década de 1920 el Municipio de Quito autorizó la lotización de las tierras al norte del actual parque El Ejido, destinadas a levantar la zona moderna de Quito con el concepto europeo de ciudad jardín, se expidió una ordenanza en la que los constructores debían diseñar pequeñas plazas en sus respectivas ciudadelas. Es así como nacieron las actuales plazas del sector, como la de los Presidentes (Amazonas y Jorge Washington), Veintimilla (Amazonas e Ignacio de Veintimilla), el parque Gabriela Mistral (Reina Victoria y Luis Cordero), y la hoy llamada Plaza Foch que nos compete en este artículo.

La plaza fue concebida por el ingeniero Luis Egüez dentro de la Ciudadela Simón Bolívar, que lotizó la Caja de de Pensiones desde 1936, aunque en aquella época no tenía un diseño real, sino que constituía un espacio de tierra apisonada que dividía los dos tipos de viviendas levantadas por la mencionada institución para los distintos estratos económicos a los que apuntaba el proyecto: medio-alto al nororiente y medio al suroccidente.

Miembros de la policía alemana posando en una de las
granjas que destruyeron durante la Masacre de Lídice.
En 1943 la plaza tomó el nombre de Lídice, un pueblo de Checoslovaquia conocido por su resistencia a la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial y en donde en 1942, tras el asesinato del gobernador Reinhard Hedrich a manos de subersivos, Hitler ordenó la más grande de varias masacres contra los checos para encontrar a los culpables. La Masacre de Lídice resultó con la desaparición del poblado, pues la totalidad de sus 390 habitantes fue acribillada o enviada a campos de concentración, y tuvo que volverse a fundar unos años después de que Alemania cayera.

Varias ciudades en el mundo tomaron inmediatamente el nombre de Lídice para bautizar todo tipo de proyectos urbanos como urbanizaciones, calles y plazas, como un símbolo de resistencia a los nazis y homenaje a los judíos que perdieron la vida durante la Guerra, en Quito fue este espacio que más tarde se convirtió en una glorieta (redondel) con monumento conmemorativo donado por la colonia de judíos que habían llegado a la ciudad huyendo de Europa.

El monumento existió hasta el rediseño de la plaza en la década de 2000, cuando se decidió convertirla en el centro de la zona rosa y de diversión de la ciudad con el nombre moderno de Plaza Foch, que se pensaba calaría mejor para los fines turísticos que se preveía. Un nuevo monumento al respecto, inaugurado en 2016, se encuentra hoy en el Parque de la Mujer y el Niño, en la avenida Mariana de Jesús, sector La Granja.

¿Quién fue el Mariscal Foch?

El mariscal Ferdinand Foch (circa 1925).
El nuevo nombre con que el plan municipal bautizó el espacio responde al de la calle que lo cruza en sentido este-oeste: Mariscal Foch. Y en medio de la desacertada decisión de sepultar para siempre la memoria de Lídice en Quito, se terminó rindiendo homenaje a un héroe histórico de la Primera Guerra Mundial.

Ferdinand Foch fue un mariscal de campo francés, comandante de los ejércitos de la Triple Entente (Francia, Rusia y Gran Bretaña) contra los imperios Alemán y Austro-Húngaro, durante la Primera Guerra Mundial. Tras contener varios ataques alemanes, en 1918 Foch lanzó un contraataque que se convirtió en la semilla de la derrota del káiser Guillermo II.

Foch encabezó entonces el equipo que firmó a nombre de los Aliados el Tratado de Compiégne, en el que los alemanes se comprometían por primera vez a un armisticio, lo que significó el inicio del fin de su Imperio. Cuando esta derrota fue definitiva y se firmó el Tratado de Versalles, el Mariscal expresó su descontento por la ilógica división que allí se hizo de Europa sin tomar en cuenta las diferencias culturales y religiosas, además de por las duras condiciones impuestas a Alemania que sabía que solo generarían rencor en esa nación.

Foch llegó a predecir que el Tratado no traería la paz definitiva al continente, y que solo se trataba de un cese al fuego de dos décadas. Efectivamente, 20 años y 64 días después estallaba la Segunda Guerra Mundial.

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